jueves, 6 de septiembre de 2012

La búsqueda del amor propio

Voy a hablar en plural porque quiero creer que otros pasan por lo mismo. Hace un tiempo que me vengo preguntando de qué manera representamos la autoestima, hasta me he llegado a cuestionar si existe, si realmente puede uno amar al ser que convive adentro de ese cuerpo.
En las exigencias, podemos pensar que uno se demanda para ser su mejor versión, pero creo que el problema es justamente no poder aceptarnos imperfectos e inconclusos, así como somos. Del mismo modo exigir mucho de los demás es querer que vivan nuestra propia miseria de la no-aceptación.
Alardear de algo es también, lógicamente, un pedido a gritos de que alguien nos reconozca alguna virtud que somos incapaces de silenciosamente saber que poseemos.
Y si hay personas que son depositarios de nuestro descontento interno, serán nuestros amigos o parejas. Es una jugada clásica la de buscar pareja por el sólo hecho de tener a alguien a quien darle la responsabilidad de atacar a nuestras inseguridades mediante demostraciones de afecto.
Estamos constantemente temerosos de las ideas de cambiar o de perder, claramente porque creemos que no valemos nada, que no merecemos nada, y que todo lo que tenemos lo hemos recibido por alguna casualidad o fallo en los cálculos cósmicos a la hora de realizar la distribución. Es por eso que a las cosas y personas que queremos siempre las aferramos como con cierta culpa, con el miedo a que alguien descubra que tenemos de más, y nos lo quite.
No sé qué tanto somos capaces de amarnos, pero cada día descubro más cuánto lo somos de aborrecernos. A veces hasta tengo la idea de que la vida es el largo camino que debemos transitar para aprender a perdonarnos. (¿Tal vez las religiones lo sepan, y se aferren de eso?)
Tal vez amplíe sobre este tema más adelante.