Soy uno de los seres más nostalgicos que conozco. Me gusta en cierto modo y claramente ya estoy acostumbrado a convivir con ello. Pero he notado que a veces, en mi exceso, comienzo a sentir nostalgia por cosas que no he perdido. Todo se pierde algún día y a veces veo un momento actual con ojos del futuro y me diviso extrañándolo.
Hay quienes dirán que así nunca puedo disfrutar de nada. Yo diré que me ayuda más a valorar los momentos que estoy pasando, las personas que me están acompañando, y me incentiva a ser más constante y estable con los demás.
Lo cierto es que ninguna de las dos posturas está siempre acertada, ni siempre errada.
Es el mismo tiempo, el que cura las heridas y destiñe los azulejos. No podemos parar de movernos, porque mientras se cura una herida, mueren otras células. Tal vez lo único que podamos hacer para darle una ínfima lucha al tiempo es remendar los errores del pasado. Anhelo corregir todo lo que alguna vez hice mal, trocar por una sonrisa cada lágrima de la que soy causante, hacer una lista de todos los abrazos que nunca di y apuntarme a la creencia de que nunca es tarde.
Una cosa más respecto al tiempo. Últimamente escucho a menudo que es contraproducente tener mucho tiempo libre, que "te comés la cabeza". ¿En realidad el problema no será que tememos tanto de lo que hay adentro de nuestras materias grices, que preferimos aturdirnos con actividad para evitarnos el momento de confrontación con nosotros mismos?
¿Alguna vez te imaginaste cómo sería si te encierran en una habitación de 2 metros cuadrados con vos mismo? ¿Qué harías?
lunes, 26 de noviembre de 2012
jueves, 15 de noviembre de 2012
Dos palabras acerca del insomnio
Me preguntaba si soy el único que, cuando estoy desvelado, agarro el celular deseando que alguien me mande un mensaje diciendo que tampoco puede dormir.
Hace unos días me topé con un cd que se titulaba "All of a sudden I miss everyone" (algo así como "De repente extraño a todo el mundo"). Y me di cuenta que es lo que me sucede cuando no puedo dormir. Es ahí donde me pregunto dónde andarán todos... no puede ser que todos estén durmiendo profundamente, alguien más también debe estar pasando por lo mismo. ¿Será que nadie se anima a ser el primero en admitirlo?
Y lo que más me preocupó... ¿Cuántas personas estarán en este momento necesitando que alguien les escriba para ayudarles a dormir más tranquilos, y yo ni me doy cuenta?
También pensaba en cuánto se asemeja la cama a un útero, tiene bastante sentido que cuando no nos animamos a enfrentar al mundo nos tapemos hasta arriba del todo y nos acurruquemos sin querer salir más de ahí.
En fin, perdón por la poca coherencia de hoy (aquí vale todo). Buenas noches, ojalá logren dormir o al menos taparse un buen rato y desde la trinchera tratar de pensar una estrategia para los problemas que los aquejan. O sino, otra cosa que me gusta hacer, simplemente imaginar otro mundo, otra era, otra vida, (con sus propias reglas, puede ser algo totalmente fantástico inclusive...) y por un ratito ser otro.
PD: Si no funciona nada de eso, este blog está lleno de entradas, como para leer más, o también me encantaría recibir algún comentario, que me cuenten lo que sea (puede ser de forma anónima también) y aún si no tiene nada que ver con lo que venimos hablando.
Hace unos días me topé con un cd que se titulaba "All of a sudden I miss everyone" (algo así como "De repente extraño a todo el mundo"). Y me di cuenta que es lo que me sucede cuando no puedo dormir. Es ahí donde me pregunto dónde andarán todos... no puede ser que todos estén durmiendo profundamente, alguien más también debe estar pasando por lo mismo. ¿Será que nadie se anima a ser el primero en admitirlo?
Y lo que más me preocupó... ¿Cuántas personas estarán en este momento necesitando que alguien les escriba para ayudarles a dormir más tranquilos, y yo ni me doy cuenta?
También pensaba en cuánto se asemeja la cama a un útero, tiene bastante sentido que cuando no nos animamos a enfrentar al mundo nos tapemos hasta arriba del todo y nos acurruquemos sin querer salir más de ahí.
En fin, perdón por la poca coherencia de hoy (aquí vale todo). Buenas noches, ojalá logren dormir o al menos taparse un buen rato y desde la trinchera tratar de pensar una estrategia para los problemas que los aquejan. O sino, otra cosa que me gusta hacer, simplemente imaginar otro mundo, otra era, otra vida, (con sus propias reglas, puede ser algo totalmente fantástico inclusive...) y por un ratito ser otro.
PD: Si no funciona nada de eso, este blog está lleno de entradas, como para leer más, o también me encantaría recibir algún comentario, que me cuenten lo que sea (puede ser de forma anónima también) y aún si no tiene nada que ver con lo que venimos hablando.
domingo, 11 de noviembre de 2012
Dogmas de la autopercepción
¿Dónde termina lo que creemos que somos y dónde empieza lo que somos en verdad?
Opino que lo primero se ve en gran medida limitado por lo segundo. Puede que estemos culturalmente acostumbrados a vivir con limitaciones, y hasta hayamos encontrado una falsa comodidad en ellas. Si tuvieramos la libertad de hacer lo que querramos con todo nuestro poder como seres humanos, es posible que no supiéramos por dónde arrancar. Entonces nos construímos nuestros propios límites, constantemente estamos rebajando nuestras capacidades.
Muchas cosas que no puedo hacer se deben a que digo -y me digo a mí mismo- que no las puedo hacer. Tal vez este tipo de conductas se originen porque en algún momento de la vida alguien nos dijo "sus un/a inútil" o algo por el estilo... a todos nos ha sucedido alguna vez. Y no éramos tan inoperantes, simplemente no lográbamos concentrar nuestra energía en una demanda que nos era ajena. Derrochamos eternidades tratando de satisfacer exigencias de otros, y cuando nadie nos presiona, el mismo acostumbramiento nos ha llevado a suplir esa falta solos y autoexigirnos y castigarnos por las falencias. Así comenzamos muchas veces a creer de verdad que somos incapaces.
El problema con el "no puedo" es que lo cerramos como una válvula, sin dejar que se abra otra vez por mucho tiempo o tal vez por siempre. Que no logremos algo ahora o que no hayamos podido antes (aún si fue a lo largo de toda nuestra vida) no significa que no vayamos a poder luego.
Deberíamos aprender a reinventarnos o a sorprendernos de nosotros mismos, y callar un poco esas voces (internas y externas) que en todo momento nos dicen cómo somos y cuál es la actitud esperable conforme a un resúmen estadístico de nuestro desempeño en la vida. Por más que intentemos absurdamente, nunca vamos a lograr parecernos a nuestros preciados sistemas informáticos. Somos humanos, y como tales, impredecibles y cambiantes.
Opino que lo primero se ve en gran medida limitado por lo segundo. Puede que estemos culturalmente acostumbrados a vivir con limitaciones, y hasta hayamos encontrado una falsa comodidad en ellas. Si tuvieramos la libertad de hacer lo que querramos con todo nuestro poder como seres humanos, es posible que no supiéramos por dónde arrancar. Entonces nos construímos nuestros propios límites, constantemente estamos rebajando nuestras capacidades.
Muchas cosas que no puedo hacer se deben a que digo -y me digo a mí mismo- que no las puedo hacer. Tal vez este tipo de conductas se originen porque en algún momento de la vida alguien nos dijo "sus un/a inútil" o algo por el estilo... a todos nos ha sucedido alguna vez. Y no éramos tan inoperantes, simplemente no lográbamos concentrar nuestra energía en una demanda que nos era ajena. Derrochamos eternidades tratando de satisfacer exigencias de otros, y cuando nadie nos presiona, el mismo acostumbramiento nos ha llevado a suplir esa falta solos y autoexigirnos y castigarnos por las falencias. Así comenzamos muchas veces a creer de verdad que somos incapaces.
El problema con el "no puedo" es que lo cerramos como una válvula, sin dejar que se abra otra vez por mucho tiempo o tal vez por siempre. Que no logremos algo ahora o que no hayamos podido antes (aún si fue a lo largo de toda nuestra vida) no significa que no vayamos a poder luego.
Deberíamos aprender a reinventarnos o a sorprendernos de nosotros mismos, y callar un poco esas voces (internas y externas) que en todo momento nos dicen cómo somos y cuál es la actitud esperable conforme a un resúmen estadístico de nuestro desempeño en la vida. Por más que intentemos absurdamente, nunca vamos a lograr parecernos a nuestros preciados sistemas informáticos. Somos humanos, y como tales, impredecibles y cambiantes.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)