miércoles, 3 de julio de 2013

Sueños VI: navegando

Andaba yo por el océano de a ratos nadando, de a ratos caminando, otras veces en una balsa (cosas que suceden en los sueños). Proseguiré tomando a la balsa como transporte único por una cuestión de comodidad comunicativa.

Intentaba llegar a una isla que se veía a lo lejos con su vegetación y relieve a contraluz del atardecer. Remaba con todas mis fuerzas e ímpetu, primero entusiasmado y decidido. Pero extrañamente noté que no era la corriente mi adversaria, sino algo menos tangible, pues la velocidad a la que me alejaba de mi destino era directamente proporcional a la fuerza con la que intentaba impulsarme. 
La frustración a veces me propulsa más, y en un brote de adrenalina me encontré remando con una fuerza y velocidad que me eran desconocidas. Como era de suponer, tanto mayor era mi esfuerzo, se potenciaba la aceleración con la que me alejaba. 
Me sumí al abandono habiendo pasado un considerable tiempo ya desde que dejara de ver la isla en el horizonte. Una vez pude relajarme, me dediqué a remar mecánicamente, despacio, dejando que el sonido del océano me cantara, entregado a la certeza de que me estaba alejando más.
Poco tiempo después, me sobresaltó el reverso de mi embarcación impactando con la tierra firme, y a mis espaldas me sorprendía el reverso de la isla. Sin saberlo y sin buscarlo, había girado alrededor del planeta y arribado a destino mediante un rumbo inesperado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario