lunes, 17 de diciembre de 2012

De ciclos, espirales y aberraciones espacio-temporales.

Tengo un recuerdo que trascendió a la memoria y se convirtió en un lugar al que voy regularmente. Es una escena que parece que se repitiera, pero sé que no es tan así, porque el yo que revisita siempre es el actual. La secuencia es la siguiente:
Es una época del año que me sorprende y agrada cada vez. En plena época de frío y tormentas, la primavera anticipa un beso, una muestra gratis, una postal del calor. Por dos o tres días se renueva la esperanza y se recuerda cómo son los tejados en sus versiones coloridas.
Estamos los dos caminando por una playa de Pinamar, pegados al mar, llegando a un mirador que se adentra en la orilla. Llevamos a cuestas nuestros bolsos, listos para regresar a casa. Siento que quisiera eternizar el momento, sin terminar de entender que efectivamente lo estoy haciendo.
Ella habla sobre los espirales, pronuncia palabras que resuenan en mi cabeza y revolucionan mi alma. Me explica que estamos acostumbrados a interpretar la vida de forma cíclica. A cada episodio como un círculo que se cierra, y luego en otra parte se abre otro. Entonces concluye con que tal vez deberíamos verla como un espiral donde en cada vuelta hay cosas que mutan en otras, que crecen pero que nunca terminan. Que todo lo que da una vuelta sobre sí mismo no se destruye sino que sirve para derivar en algo nuevo.
De repente no tengo miedo del futuro, ni me acecha el pasado.
Siento el impulso de decirle que la amo, pero me abstengo. De cualquier modo los sentimientos no necesitan tener un nombre o una declaración para estar ahí. La besaría, pero a veces se ama mejor escuchando atentamente.

Perdí la cuenta de la cantidad de veces que reviví este episodio. Lo cierto es que frecuentemente regreso, y como describía anteriormente no es un recuerdo, es un lugar. Me transporto hasta allí, con mis nuevas dudas, con mis cambios realizados desde entonces. Ella me espera constante y sabia, como un mentor.
Cada vez que necesito un consejo aparezco. A veces estoy dormido, otras despierto, pero abstraído de este mundo físico. Camino a su lado, le planteo mis incógnitas.
Sé que no le hablo a una grabación, cada vez me vuelve a escuchar y a procesar lo que digo. Sin embargo, siempre contesta lo mismo. Para todo su respuesta es el discurso de los espirales. Y lo más curioso es que siempre encaja.
Todo esto es muy real, pero no real como yo tipeando en una computadora. Mucho más que eso, es real como un cuento de Bradbury.

4 comentarios:

  1. Buen post!
    Me gusta la de los espirales, pero aún me cierra en círculos... cada quien recurrente o influenciado por cosas distintas...
    Permíteme compartir ésta contigo: "Nunca dejaremos de explorar, y el final de la exploración será volver al punto de partida y conocer el sitio por primera vez." (T.S. Elliot)

    Abrazo a la distancia

    Gustavo

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    1. Gustavo, muchas gracias por pasar y por tu comentario, muy interesante la cita. Me recuerda a cuando Dolina dice haberse buscado en todo el mundo para encontrarse a sí mismo en el patio de su casa cuando ya era demasiado tarde. ¡Un abrazo!

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  2. Respuestas
    1. Gracias, es verídico. Encantado siempre de que me leas tanto como leerte a vos. Espero cruzarte pronto :)

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