lunes, 14 de enero de 2013

El fin del mundo

Aclaración: No pretende esto ser un balance del año, sino más bien un relato de algo muy importante que aprendí. Por eso tambien me tomé mi tiempo en subir este post y no hacerlo pegado al comienzo del año.

Otra vez un hecho de la vida encerró una metáfora en sí mismo. Era la última noche del 2012 y me planteaba si seguir con mi desafío de todos los fines de año. Cada año nuevo me proponía romper mi récord de bombones helados consumidos durante la noche. Lejos de comer 10 u 11 helados como me correspondía, no ingerí ni uno, me dolía el estómago. Podría haberme destrozado igual aprovechando mi carencia de planes para los días venideros, pero decidí poner un punto final y asumirlo: mi sistema digestivo ya no es lo que solía ser. Venía estirando un hecho que debía haber admitido hace años ya, pero temía ponerme fatalista y pensar "a partir de ahora nunca más haré lo que todos los años nuevos".
Entonces me di cuenta que era hora de empezar a afrontar algo que me encargué de generar durante todo el 2012. "Año de cambios" leí en muchos lugares, "el fin no de la especie, sino del mundo como lo conocemos". Creí apasionadamente en eso, pero considerando que a lo largo del año no cambiarían las cosas de manera drástica, sino que se plantarían las semillas, los cimientos, las primeras ideas para una nueva era. Lo mismo elegí para mí.
Porque como pensaba en la fiesta... ya no soy el mismo.  Mi vida de ahora en más se irá llenando de nuevos "nunca más".
Ya no puedo comer 11 helados seguidos, no puedo pasar horas y días jugando videojuegos porque me duele la espalda y la vista, ya no puedo escuchar música a niveles altísimos porque la profesión que elegí deteriorará de por sí mis oídos y ahora requieren un cuidado especial para durar más. Ya no puedo pasar días y días encerrado haciendo nada porque ya no es una forma de rebelarme contra una vida que me imponía día tras día ir a la escuela a ser torturado con imposiciones inútiles.
Ahora tengo libres las riendas de mi vida y aunque no me anime a hacer todo de golpe, las tengo que ir tomando. Eso no significa que deba cambiar mi esencia: tendré que aprender a ser un adulto que juega videojuegos cuando puede y como puede, porque lo disfruta, no porque es algo más de lo que se aferra de la infancia. Que disfruta de las golosinas como un placer esporádico, que ama la música y ahora además de escucharla la hace. Mi rebeldía se materializará en acciones, no en inercia.
En el transcurso del año me dediqué a hacer lo primero que creo que hay que hacer para decidirse por un cambio: encontrar razones para no seguir igual. Nunca me había enfrentado tanto a mí mismo como en ese año. Fue una batalla cruel y sanguinaria, abrí mis ojos ante errores y defectos enterrados, me odié como pocas veces. Y tambien me dejé llevar por placeres propios de la etapa de la vida en la cual se supone que debería estar, dejando ir como el lastre la idea de que todo en torno a crecer es pérdida.
Creo que siempre seré melancólico y nostálgico, porque esa es la forma en la que la vida eligió que la viera, pero aunque parezca una paradoja hoy día son esas mismas características las que me impulsan a tomar estas decisiones.
A lo largo del año me dediqué a abrir un camino nuevo el cual aún no empecé realmente a andar porque así somos los mortales, tememos más a lo desconocido que a lo que conocemos y sabemos que es malo.
Necesito tiempo y algo de apoyo. Jamás hubiera pensado que pedir ayuda fuese un acto para el cual habría que juntar coraje.

2 comentarios:

  1. Pos-data: Una relectura de las primeras entradas de este blog confirma que son testimonio irrefutable de mi decisión de encontrarme con los lados defectuosos y comenzar a aceptarlos.

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