viernes, 11 de enero de 2013

Sueños I: El estuche de contrabajo rojo

Miércoles

No me termino de decidir si los sueños son un mundo paralelo en el que vivimos, y cuando dormimos allá despertamos acá y viceversa; o si son mensajes de nuestro subconsciente o de los de otras personas con las que conectamos. Quizas sea todo a la vez y ambas dimensiones necesitan interactuar entre sí para que podamos vivir en ellas de manera simultánea.
El sueño fue uno de esos sueños reiterados, no sé cuántas veces lo habré visitado, pero esta noche fueron dos seguidas y ya tenía la sensación de haber estado ahí antes.
Era la tarde temprano e iba caminando creo que por Don Bosco hacia Luro, aparentemente allí iba a haber algo de música aunque no recuerdo qué, probablemente un seminario, una clase o algo por el estilo.
A mitad de camino me encontré con que yacía sobre un cordón un estuche de contrabajo, de color rojo (no sé si hace falta aclarar que ese color no es habitual). Cada vez que estuve en este sueño me lo crucé en el mismo lugar, y no era el mismo evento repetido, eran todos días diferentes, yo recordaba haber pasado por ahí anteriormente y haberme cruzado ya con el estuche. Todas y cada una de las veces detuve mi marcha y me quedé varios minutos parado debatiendo conmigo mismo si debería llevármelo o no. No todos los días se encuentra uno un instrumento musical regalado. Lo cierto es que cada vez que lo soñé, ni siquiera me atreví a abrir el estuche y mirar si adentro había un contrabajo o era sólo su cobertura. Todas las veces seguí mi camino, con la conclusión de que no debería tomar cosas que realmente no necesito o que no sé si quiero, pero tambien con la intriga y las ganas de animarme a abrirlo la próxima vez. Tal vez haya una próxima, pero nada me garantiza que no vuelva a hacer lo mismo.

Viernes

Habiendo pasado unos días en los cuales pude reflexionar un poco más acerca del sueño, agrego un par de conclusiones:
Doy mucha importancia al hecho de que cada vez que me fui, me acompañó durante el resto del camino la idea de que debería haberlo aunque sea abierto, la intriga, la sensación de tener que acercarme la próxima vez que pase. Junto con ello, el pensamiento de que un contrabajo con un estuche rojo no puede durar muchos días más en la vía pública sin que otra persona lo lleve. 

¿Será que nunca me atrevo a ir a buscar las cosas, y sólo acepto que vengan a mí por su cuenta? ¿Por qué me cuesta tanto asumir que quiero algo? 

2 comentarios:

  1. ¿Por qué será que cada vez que te sentís cerca de la respuesta aparecen más preguntas? Es imposible tener todas las respuestas, pero son las preguntas las que te hacen avanzar. Estoy diciendo cosas obvias, simplemente tenía ganas de hablar y hacerte notar que pasé por acá también.

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    1. Me recuerda a Hermana Duda, de Drexler, en la cual reconoce que la duda es inevitable y útil, pero por una vez en la vida le pide una tregua.
      A lo mejor en la vida necesitemos hacer la pregunta adecuada, o la mejor pregunta posible, y por eso es que seguimos este camino de que cada interrogante se expande como el horizonte y solo lleva a más interrogantes.

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