Noto que las personas tenemos una fuerte tendencia a obsesionarnos con ordenar los hechos de nuestras vidas. Queremos ver al pasado como una colección de sucesos viejos y obsoletos que guardamos en un polvoriento cajón de recuerdos, y al futuro como una puerta que podemos abrir y cruzar a un mundo totalmente nuevo y desconocido.
El presente sería un proceso incómodo de transición entre los anteriormente mencionados.
Este post lo comencé a escribir hace dos noches y planeaba ser algo más extenso, pero me venció el sueño y me acosté dejándolo inconcluso. Ya no recuerdo cómo iba a proseguir y tampoco quería borrarlo o inventar algo que no concordara con lo que sentí en el momento.
Lo único que recuerdo, es que iba a plantear el interrogante de si realmente es así, o si los hechos siempre perduran anidándose entre sí.
Perdón por la brevedad, buenas noches.
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